La clave, decíamos, radica en conocerse diferentes aspectos de sí mismo, dentro de los que mencionamos la arrogancia intelectual, los malos hábitos, la capacidad para trabajar en equipo y el descubrimiento de si uno es lo que Drucker denomina, un lector o un auditor.

Algunas personas, dice Drucker, son muy buenas trabajando en equipo, otras trabajando solas, algunos pueden ser buenos mentores y otros excelentes tomadores de decisiones. Es responsabilidad del profesional descubrir y aceptar, en qué tipo de relación se desempeña mejor; si como director o subordinado. Aquí Drucker presenta un interesante ejemplo recordando al General Marshall, cuando refiriéndose a Patton, que era considerado el héroe militar de la Segunda Guerra Mundial Dijo: “Patton es el mejor subordinado que el ejército de los Estados Unidos ha producido, pero sería el peor comandante”. 

Por eso considera primordial saber si uno es sobresaliente en el papel de asesor, pero tiene dificultades para soportar la presión que representa tomar directamente las decisiones. Algunas personas, dice, para tomar decisiones, requieren del aporte de los asesores, porque ellos los obligan a pensar; pero una vez han realizado el análisis completo de la información, toman las decisiones con rapidez y confianza. De ahí, que muchas veces, ejecutivos que se desempeñan de manera sobresaliente como el número dos de una organización, fracasan rotundamente cuando son promovidos a la posición del número uno.

Paralelamente con el punto anterior, es importante descubrir si somos capaces de desempeñarnos bien trabajando bajo presión o si, para producir resultados, requerimos un entorno estructurado y tranquilo. El tamaño de la organización también puede ser determinante; algunos ejecutivos se desempeñan de manera sobresaliente en empresas pequeñas o medianas y otros en grandes organizaciones; Drucker afirma que muchas veces vio a personas muy exitosas, naufragar al pasar de una organización grande a una pequeña y viceversa.  

La forma como uno aprende, es también determinante; algunos aprenden leyendo, otros haciendo, escuchando, hablando o escribiendo. Según Drucker, tener claro cómo se aprende y actuar a partir de ese conocimiento, es básico para alcanzar un alto desempeño.

Otro punto que según Drucker puede llevarnos al éxito o al fracaso, es el sistema de valores que tiene la organización para la cual trabajamos; cuando los valores de la empresa no están alineados o son incompatibles con los nuestros, el individuo se siente incómodo y su desempeño nunca puede ser sobresaliente. El problema que plantea aquí, no es tanto ético, sino de visiones diferentes en las relaciones entre la empresa y sus clientes internos y externos.  

El autor insiste a lo largo de su texto, en que la mayoría de nosotros trabaja y logra objetivos con la colaboración de otras personas que, al igual que uno, trabajan de una determinada manera, tienen unos valores y unas fortalezas que debemos aprovechar. Es nuestra responsabilidad, dice,  averiguar cómo se desempeña el jefe para adaptarnos de manera eficazmente a su forma de trabajo y contribuir positivamente al logro de sus metas y objetivos.

Para ello, es necesario alentar la comunicación entre los colaboradores y sus jefes y entre los distintos equipos de trabajo, para que todos conozcan qué están haciendo el otro, cómo lo está haciendo, qué resultados espera y cómo podríamos apoyar su labor; no espere a que el otro adivine; dé usted el primer paso expresándole a su equipo estos puntos fundamentales para conseguir el mejor desempeño de todos.

Podríamos concluir que para alcanzar el éxito, es necesario que el profesional tenga claridad sobre cuáles son sus fortalezas, cuáles sus valores y en qué entorno podría desempeñarse mejor, para tratar de ubicarse en la organización y en la posición donde pueda alcanzar un desempeño verdaderamente excepcional.

 

Fernando Albán Díaz del Castillo

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Tomado de: https://www.larepublica.co/habilidades-con%C3%B3zcalas-para-gerenciar-su-vida-profesional_115146